Rubén Darío es el gran maestro de la poesía castellana. Es el creador de ritmos nuevos de rimas ricas y brillantes. Es el poeta de la belleza. Es un mago que ha sabido crear una fusión de los viejos moldes literarios españoles con el espíritu nuevo del Modernismo. Es el músico de melodías inauditas el artista de dulces colores. Tiene en su paleta infinidad de colores. Sus versos tienen una sonoridad singular. Es el supremo poeta de los sentimientos. El viaje de Darío a España en el último decenio del siglo XIX significaba el triunfo que la obra rubeniana había alcanzado en la Madre Patria y a la vez proclamaba la nueva poesía de América Latina. Rubén Darío influyó de gran manera en toda la literatura castellana posterior y con su lira conquistó el mundo de habla hispana.
A los 35 años de la segunda estancia del poeta nicaragüense en tierra española otro poeta hispanoamericano el chileno Pablo Neruda llegó a la misma en mayo de 1934 con el nombramiento de Cónsul de su país en Barcelona. En agosto de ese mismo año fue trasladado a Madrid. Eran los años de la República y Madrid se había convertido en un hervidero de ideas de cultura y de literatura. La relación de Neruda con España significa una transformación vital y poética. Neruda presenció uno de los acontecimientos más dolorosos de la historia de España: La Guerra Civil Española. En el resto de su vida el poeta combatió con su pluma en lucha solidaria con sus amigos por la causa del pueblo español.